domingo, 5 de diciembre de 2010

Peregrinaje

He soñado con ella, tres veces. Aunque la primera fue quizás la más simbólica.

Nos encontrábamos en la India. Un "samara" (miembro de un grupo religioso indio que vive en comunión con la naturaleza, de lo que el bosque le puede dar y de las limosnas que recibe en su peregrinaje rumbo a la autorealización) atravesó el camino en solemne silencio. Un hombre que se encontraba a mi lado, quizás mi padre, le ofreció un gran cuenco con agua. El peregrino bebió lo que necesitó y se lo devolvió. Al pasar por mi lado le ofrecí el mismo cuenco, pero ya no era un peregrino, si no ella, en su mismo rol. Agarró el bol como pudo con sus patas, pero en lugar de beber, se mojó el pecho. Creí que había sido un accidente debido a la torpeza de sus extremidades mas que un acto voluntario, así que le ayudé a agarrar el bol, pero cogió algo de agua y se la echó por la cabeza. Así que comprendí sus deseos y la ayudé a sanearse. Llené mis manos de agua y la eché sobre su cabeza, luego sobre su torso, luego se dio la vuelta y la eché sobre su espalda. Y nada mas.

Y es que en el camino que nuestras almas siguen a través de las vidas, en su peregrinaje personal, al parecer nosotros hemos sido una fuente de alimento y purificación. Parece que ella nos lo agradece. Nos vemos en la siguiente parada, o antes, en la siguiente visita.

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